Superficies y práctica del running

08/03/2024
08/03/2024

Cuando realizamos running solemos centrar nuestra atención en el propio acto de carrera, en la distancia recorrida o en el tiempo durante el que nos hemos ejercitado, pero… ¿te has planteado alguna vez las diferencias existentes entre las distintas superficies sobre las que podemos desarrollar este deporte?

A lo largo de este artículo te vamos a ofrecer las principales características que definen cada una de las superficies alternativas en las que se puede llevar a cabo la práctica del running, si bien hay dos aspectos que nunca deberemos olvidar, como son el calentamiento previo y la elección del calzado más adecuado para cada una de ellas.

Cinta de correr: aunque se trate quizás de la superficie más aburrida, debido a que no podemos distraernos con los elementos que nos ofrece el paisaje, su carácter acolchado evita el sufrimiento provocado por el impacto continuado contra superficies más duras, así como la existencia de obstáculos y baches, lo que es muy beneficioso para nuestra espalda, articulaciones y pies.

No obstante, deberemos tomar precauciones cuando cambiemos a otro tipo de superficies, en la que estaremos obligados a realizar un mayor esfuerzo para mantener los resultados obtenidos sobre esta herramienta deportiva.

Pista de atletismo: son ideales para la ejercitación de rutinas cortas, asociadas principalmente al desarrollo de velocidad, ya que se trata de una superficie plana y, normalmente, poco transitada, que además absorbe en cierta medida el contacto contra el suelo. Sin embargo, en el caso de prácticas de resistencia pueden producir una cierta sensación de monotonía.

Asfalto: suele ser la superficie más habitual para el ejercicio del running en entornos urbanos, aunque es la de mayor dureza, lo que provoca un impacto más violento a lo largo de la carrera, pudiendo afectar principalmente a las articulaciones del tren inferior. Además, si no se trata de zonas peatonales, deberemos prestar atención a la posible aparición de elementos de peligro, como vehículos u obstáculos.

Tierra: la suavidad de esta superficie es muy aconsejable para aquellas personas que hayan sufrido lesiones de rodilla o tengan tendencia al acalambramiento, si bien su irregularidad aumenta considerablemente el riesgo de lesiones, como esguinces y torceduras.

Arena: se trata de una superficie con mayor aptitud para personas experimentadas, ya que suele tener un carácter inestable. Además, a pesar de lo que solemos ver, no es nada aconsejable correr por la orilla del mar, porque su nivel de inclinación puede tener efectos perjudiciales sobre nuestra espalda y cadera.

Hierba: su capacidad para la absorción del impacto la hace muy conveniente para aquellas personas que estén comenzando en la práctica del running o que se hayan recuperado recientemente de lesiones musculares y, principalmente, fracturas.

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