Citius, Altius, Fortius
El pasado miércoles 4 de agosto dedicamos nuestro artículo a la consecución del récord del mundo de los 200 metros estilos combinados por parte de la nadadora húngara Katinka Hosszu, una prueba maldita marcada históricamente por escándalos de dopaje y, en última instancia por la “polémica de los bañadores” durante los años 2008 y 2009.
A partir de esta entrada, hemos decidido realizar un repaso de aquellas marcas que representan, hoy en día, los principales límites del comportamiento competitivo humano, dado el carácter extraordinario que han adquirido o su longevidad, recogido bajo el lema olímpico “Citius, Altius, Fortius” (Más rápido, más alto, más fuerte), en referencia expresa a las personas que se atreven a tratar de batir récords. Aquí tienes un resumen de las más destacadas, todas ellas referidos al atletismo.
Salto de longitud (Mike Powell – 8,95 metros); el récord de esta disciplina se mantuvo inamovible desde 1968, cuando el estadounidense Bob Beamon alcanzó los 8,91 en las Olimpiadas de Méjico, hasta la noche del 30 de agosto de 1991, en Tokio, donde sorprendentemente fue superado en la misma noche por “el hijo del viento” Carl Lewis (8,93 metros), “el hijo del viento”, e instantes después por un atleta hasta entonces desconocido para el gran público, Mike Powell.
400 metros (Michael Johnson – 43,18 segundos); este atleta fue el absoluto dominador de los 200 y los 400 metros durante la década de los 90. Pero la verdadera rubrica a su portentosa trayectoria deportiva la estableció en los Mundiales de Atletismo de Bruselas 1999. Este tiempo supone correr la distancia completa a una media de más de 33 kilómetros por hora, teniendo en cuenta que la salida se realiza en parado. Han pasado 16 años y todavía se sigue considerando un registro inalcanzable por parte de los expertos.
100 metros lisos (Usain Bolt – 9,58 segundos); sin lugar a dudas el mejor atleta jamaicano de todos los tiempos. En los Mundiales de Atletismo de Berlín 2009 pulverizó todos los registros imaginables, estableciendo una marca hasta entonces impensable, salvo para él mismo.
